Un creador
apasionado

Por la perla negra de Tahití

Fascinado desde mi infancia por las cuentas de viajes de la Polinesia, es bastante natural que se me revelara la atracción por la cultura Maohi. Fue a los 27 años que pisé la Polinesia Francesa por primera vez.

Inspiración
polinesia

La simple y cálida bienvenida de los polinesios me llevó a anclarme en este hermoso pedazo de tierra descrito por sus visitantes como “paraíso”. Fue entonces cuando conocí la perla negra de Tahití, un material mineral natural, hecho de ostras de perla, también conocida como “madreperla”, que los habitantes de las islas pudieron domesticar gracias a su conocimiento artesanal. Desde muy joven, tuve una necesidad creativa, y así es como mi pasión por la perla de Tahití se fusionó con este impulso creativo para dar a luz una gama de joyas refinadas, poderosas y generosas como los polinesios.

Cada perla tiene su propio carácter, ya que están hechas por nácar, que es un ser vivo. Las perlas de Tahití tienen la reputación de tener una madreperla gruesa que la hace altamente cualitativa. Selecciono cada uno de ellos con meticulosidad y experiencia para que cada pulsera tenga una personalidad única y preciosa y se beneficie de un acabado meticuloso.

Esta gema con reflejos variados que van desde el verde esmeralda hasta el violeta de berenjena y el azul de la laguna me cautivó de inmediato.

— Garry Baton